jueves, 17 de julio de 2008

Marcelina y los Honguitos


Se llama Marcelina Olivares.
Marcelina vive en el caserío de Shihua, localizado en el distrito de Bambamarca, provincia de Hualgayoc. Aquí me encuentro trabajando para la ong y la conocí en plena inauguración de las aulas, ya conocidas como "honguitos" por su forma arquitectónica, que Ayuda en Acción a través de su socio local en la zona, Proyecto de Desarrollo Integral Andino, PRODIA, está implementando en caseríos tan pobres y sin medios ni recursos como este. Marcelina llora en plena celebración; los chiquillos saltan y corretean en medio de los actos inaugurales, pero ella tan sólo puede acordarse de su hijo, antiguo presidente de la APAFA (asociación de padres de familia).

Su hijo fue tiroteado en plena escuela por el ex cuñado de su actual pareja.

Tras quedar viudo de su primera mujer, con la cual tuvo tres hijos, el hijo de Marcelina se volvió a casar y tuvo dos más. Los celos entre el hijo de Marcelina y el antiguo compañero de su actual mujer provocaban, por lo que me cuenta también el director de la escuelita, contínuas reyertas entre ambas familias, hasta que hace un par de meses la tragedia puso punto final a la historia.

Los cinco nietos de Marcelina vieron yacer a su padre muerto en medio del patio de la escuela. En la inauguración, tan sólo dos de ellos (los nacidos de "la mujer de la discordia") estaban presentes. Los otros tres se quedaron en casa, enfermos con fiebre y vómitos...enfermos de dolor porque su padre no llegó a ver terminadas las aulas en las que tanto trabajó, al igual que toda la comunidad de padres, para que todos sus hijos puedan asistir a clase de forma digna. Para que no acaben como él a tiros, para que el futuro que les espera no esté plagado de balas...


Marcelina llora y me dice "Señorita, el único que se preocupaba por mí, que me acompañaba y me mimaba...".

Llora además porque en la inauguración también están presentes los familiares del asesino de su hijo, y ellos si ríen.

Yo me despido y también lloro un poco, deseando que la rivalidad de los padres no siga también entre sus hijos, quienes todos los días en la escuela se tienen que ver las caras. Espero que los honguitos sean tan acogedores y motivadores como para que también enseñen a olvidar, para que de las clases no sólo salgan educados en lo académico, sino también en la práctica de la convivencia y el perdón. Para que cuando terminen sus estudios se puedan mirar a la cara sin odio, sin sed de venganza...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola!

Mi nombre es Luis, estaba trabajando (es decir, navegando :P) y descubrí tu blog porque yo estuve en Cajamarca el año pasado también con Ayuda en Acción y el Máster del CICODE. Mis compañeras fueron a clase en esta cuarta edición a contar nuestra experiencia. Bien, pues sólo quería comentarte que me ha parecido muy interesante esta entrada. Escribes muy bien y bueno, un poco por egoísmo, te pediría que siguieras escribiendo sobre tu estancia en Bambamarca, Chota, Santa Cruz, Cutervo... Claro, sólo si puedes y tienes tiempo!:) Digo que por egoísmo, porque allí mucha gente dejó una profunda huella en mi que seguramente no olvidaré nunca. Es bonito y pedagógico ver cuál ha sido tu experiencia allí!
Un saludo!

Luis Cegrí

Guillermo dijo...

Desgraciadamente existen situaciones reales como las que presentas, que a veces el jolgorio de las inauguraciones o cosas por el estilo no nos permiten ver a simple vista. Sin embargo, ojalá que podamos aminorar hechos como los que mencionas y apelar al espíritu de resiliencia de estos niños y así vayan sanando y superando las heridas surgidas en ellos.