sábado, 29 de abril de 2006

Sencillamente Shanghai

Salto el 28 porque fue un estricto día laboral, tan cansada acabé que pedí la cena a la habitación, además de acabar unos mails de trabajo, tan sólo me quedé tranquilamente escribiendo, estas y otras cosas que se me pasan por la cabecita.
Bueno, el 29 pudo haber sido mucho mas interesante de lo que realmente fue, dado que la mayor parte de mi día transcurrió entre el concierge del hotel (ya hasta hice amigos de tanto tiempo compartido y soportándome) y mi habitación intentando cambiar mi ticket de vuelta a casa. Tarea arduo complicada dado que a partir del lunes empieza una completa semana de vacaciones para TODA CHINA porque como ellos son más comunistas que nadie, jaja que me muero de la risa, no sólo celebran el Día de los Trabajadores, sino que se cogen toda la semanita para festejarlo; así que imagínense que hay probablemente un 40% de los 1500 millones de chinitos (venga esas mates, ustedes solos el resto) queriendo salir del país, y normalmente todos los vuelos hacia el resto del mundo salen desde Shanghai o Beijing.
Y esto, siendo pesimista porque hoy volvía a leer en un periódico una curiosa noticia (esta vez era el Herald Tribune, sólo accesible en un único lugar en la ciudad, ya les voy a contar cual) que China había firmado un acuerdo con Borneo, Indonesia, para proceder a la tala de la tercera parte, en principio, de la única selva virgen restante en el trópico asiático, ubicada al este de la citada isla. ¿Y a que no se imaginan cual será el fin de todas las especies de flora y fauna autóctonas una vez trituradas?. No se lo van a creer pero pasarán a formar parte del mobiliario doméstico, urbano y de oficina de toda China…
Y aquí enlazo con mi argumentación anterior sobre la pesimista estimación de peña saliendo del país, dado que el origen de tanta necesidad de expansión chinesca (el presidente Hu Jin Tao en los dias que yo estuve en Shanghai, estuvo en Nigeria, Kenya e Indonesia, cómo se les queda el cuerpo) es la pujante y cada día más amplia clase media de este país, cuyas necesidades para tener su casa y oficina a la última moda yankee han llegado hasta las etnias salvajes de Indonesia. Esta gente, que no conoce malicia alguna, al menos en este sentido (la cual ya China si mimetizó) son tan majos que han entendido perfectamente al presidente “HuWood” y le han dicho que por supuesto les hacen el favor de dejar que aniquilen sus árboles y con ellos todo su ecosistema; tan sólo les piden una cosa a cambio, que ya que tienen que construir carreteras para mover todo el resultado de su destrucción, que por favor las hagan buenas para que duren mucho y así ellos también puedan beneficiarse de ellas. Si esto es fair play, a mi que me vuelvan a llamar monja…
Bueno, todo esto para justificar mi día pegada a la computadora, dado que el chinito concierge por muy majo que fuera no pudo conseguirme nada interesante, buscando todas las posibles combinaciones de regreso antes de mi fecha prevista que era el miércoles. Si, hubiese estado bien quedarme a conocer, pero aparte de motivos laborales como gastos extra para mi empresa y pérdida de días de productividad en la oficina, argumentos con los que me quedaría en situaciones normales muy triste por no poder conocer más pero ya de por sí definitivos, esta vez yo también tengo un motivo.
Y el motivo se llama Feliciano, ya que encima de que le fastidié por completo las vacaciones con este viaje (Walter y Pato a ustedes también y ya lo siento, pero a qué estando juntos importa menos quedarse en casa…) me alegro de poder llegar y aprovechar los dos días festivos con él.
Lo malo es que el billete que conseguí acrobáticamente por medio de la red (ojito el planning: un billete Shaghai-Londres y otro Londres-Madrid con distintas compañías, intentar combinar horarios de salida y llegada de ambos no fue tarea fácil) fue demasiado bueno en el sentido de vuelta con mi churri ya mencionado, pero claro mi vuelo sale a las 11am del domingo y ya eran las 5 de la tarde del sábado cuando conseguí mis pasajes.
Así que salí pitando otra vez hacia mi querido consejero, para preguntarle por una selección de dos actividades al menos que no podía dejar de hacer o conocer en la ciudad. Y la verdad es que acertó: me recomendó un crucero por el río Huang Pu para tener una linda panorámica de la ciudad, y cenar disfrutando de las maravillosas vistas de la Jin Mao Tower. Le hice caso, pero antes intenté comprar alguno de los encargos recibidos antes de salir, ya que tenía la zona de compras por excelencia de la ciudad a dos pasos. Pero la zona por excelencia por la ciudad ya es muy capitalista, y me parece que no fue el mejor sitio para conseguir bolsos de imitación o camisas típicas con cuello Mao (otra vez pienso en el pobre Mao en su tumba, ya que los sitios y símbolos que le honora son los máximos ejemplos del capitalismo al que ha evolucionado su comunismo) dado que ya se tienen bien aprendida la lección de que los turistas van pensando que es barato y a mi, personalmente, lo que vi no me pareció en absoluto barato, a no ser claro está que hablemos de los puestos de la calle supertruchos, y estos no abundaban en mi zona. Además, en la zona para turistas, siguen siendo mayoría de consumidores chinos los que a ella acuden, tal vez gente venida de otras provincias y fascinada con tanta tienda.
A las ocho y media de la ya noche allá, salía en mi crucero a través del río que divide la ciudad; estupenda lugar desde donde poder apreciar el ingente Skyline de Shanghai, ya sé que me dirán pesada pero oootro aspecto en común con la ciudad consumista por excelencia que es Nueva York. La noche se cierne sobre el río y parece que la ciudad en su afán por brillar tanto, ha secuestrado, de forma muy comunista eso sí, todas las estrellas del cielo para ponerlas en la iluminación de todos sus edificios. Será otra gen asiático la poca visión nocturna? Porque realmente es increíble la parafernalia luminiscente que han montado, incluso todos los barquitos que cruzaban el río estaban a rebozar de lucecitas de todos los colores. Yo personalmente, prefiero mil veces ver las estrellas donde están: creo que observar las estrellas es, como el sonido del mar, de lo más relajante; también creo que, aunque me cueste un poco más encontrarlas, son para mí metáforas de lucha por conseguir lo que uno quiere, aunque cueste.
Tras el crucero salgo disparada hacia mi siguiente y último lugar de visita la torre del señor Mao. Bueno ahora entenderán aún mejor al pobre señor este, al final hasta le voy a coger pena.
En esta torre, se alberga el lujoso y por completo “occidental style” hotel Grand Hyatt (el mío era de cinco estrellas y se supone que también es un monumento arquitectónico interesante y se queda cortíiiiisimo frente a esta mole). Son 54 pisos ni más ni menos de edificio magníficamente construido, uno de los estilos más bonitos que he visto en la llamada arquitectura vanguardista la cual no suele ser santo de mi devoción, realmente una maravilla que me dejó totalmente boquiabierta. El ascensor tarda menos de 10 segundos (juro que los conté) en llevarme hasta arriba del todo, al hermoso Cofee Shop-Restaurante con el que cuenta el hotel, y donde POR FIN!!! puedo disfrutar de una comida occidental deliciosa mientras leo el “Herald Tribune” cual Lady inglesa, eso sí en RMB (la moneda china, yuanes) que es mucho más barato con el cambio que cualquier restaurante con aires de pretensión y gastronomía pasable de Madrid.
Y las vistas que se tiene de la ciudad son increíbles, lo único malo es que a tanta altura no hay ni una ventanita y ni hablar de una terraza porque creo que a más de uno le explotaría la cabeza.
Llego encantadísima de la vida a mi hotel, contenta de que ambas visitas hayan sido cortas pero intensas; me hubiese gustado conocer algo más, pero aún así pienso que la palabra que según mi impresión mejor se ajusta a esta ciudad no es belleza sino grandiosidad, puesto que pienso que cualquier montaña, cataratas y lagos que tanto abundan en este país deben ser muchísimo más bellos que esta ciudad.
Y les termino diciendo que a pesar de mis problemas estomacales por culpa de la comida china, a pesar de mi frustrante comunicación con su gente e incluso a pesar de haber venido por trabajo, ha sido un viaje estupendo. Por qué? porque conocer cosas tan sumamente distintas a las que son para una habituales siempre es estupendo!
Si vuelvo algún día (mejor si es de vacaciones) les martirizaré otra vez con mis historias.

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